REACCIONES PSICOLOGICAS EN PERSONAS AFECTADAS POR UN ACCIDENTE
Dentro de las consecuencias psicológicas que se dan una vez una persona ha sufrido un accidente de tráfico, laboral, etc, podemos diferenciar básicamente:
1.- Reacciones inmediatas a un accidente
Cuando una persona sufre un accidente, sus funciones psicológicas se ven alteradas, debido a la situación de estrés y ansiedad a la que se encuentra sometida. Las herramientas y recursos personales con los que contaba y que, en momentos determinados, le habían ayudado a resolver otro tipo de problemas, probablemente, dejen de ser útiles porque nuestro sistema no está preparado para recibir impactos tan fuertes, que generan un estado de crisis de tal magnitud. Las víctimas de accidentes y sus familiares pueden encontrarse desbordadas. Entre los primeros síntomas que pueden aparecer en la persona que sufre un accidente y en sus familiares se encuentran:
1.- Reacciones psicológicas como la ira, la tristeza, el miedo (llorar de manera incontrolada, gritar, pánico…) o podemos encontrar todo lo contrario, un bloqueo emocional, causado por factores tanto neuronales como personales, que le hace no creerse lo que ha ocurrido y que le provoca una ausencia de expresiones tanto verbales y físicas.
2.- Reacciones fisiológicas como pueden ser alteraciones en el ritmo cardíaco, en la respiración, ansiedad, etc. En este caso, las intervenciones de los profesionales especialistas en atender en situaciones de emergencia deben ser inmediatas, próximas al accidente, demostrando una actitud cercana a las víctimas, utilizando frases cortas, sencillas y directas para facilitar la comunicación víctima-profesional y evitando que el desbordamiento psicológico sea mayor.
2.- Reacciones posteriores a un accidente
Las reacciones psicológicas que pueden desatarse después de un accidente son de gran variedad, todo depende de las vivencias de cada persona, de las herramientas de las que disponga para afrontar el suceso y de muchos otros factores.
A.- Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT)
El psiquiatra Kardiner (1891-1981) definió por primera vez de forma sistemática el Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT). En estudios recientes se ha comprobado que las personas que lo padecen siguen reaccionando frente a estímulos pequeños como si constituyeran situaciones de emergencia. El Manual Diagnóstico y Estadístico para las Enfermedades Mentales DSM-5 incluye el TEPT entre los trastornos relacionados con traumas y factores de estrés, presentado las siguientes características:
1.- Exposición a la muerte, lesión grave o violencia sexual, ya sea real o amenaza”.
2.- “Presencia de uno (o más) de los síntomas de intrusión siguientes asociados al suceso(s) traumático(s), que comienza después del suceso(s) traumático(s)”.
3.- “Evitación persistente de estímulos asociados al suceso(s) traumático(s), que comienza tras el suceso(s) traumático(s)”.
4.- “Alteraciones negativas cognitivas y del estado de ánimo asociadas al suceso(s) traumático(s), que comienzan o empeoran después del suceso(s) traumático(s)”.
5.- “Alteración importante de la alerta y reactividad asociada al suceso(s) traumático(s), que comienza o empeora después del suceso(s) traumático(s)”.
6.- “La duración de la alteración (Criterios 2,3, 4 y 5) es superior a un mes”.
7.- “La alteración causa malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento”.
8.- “La alteración no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia (p. ej., medicamento, alcohol) o a otra afección médica”.
Además de toda esta sintomatología, las víctimas pueden sufrir trastornos de despersonalización o desrealización, que provocan que la persona se sienta disociada del entorno que la rodea, de lo que llamamos “realidad”. Los principales síntomas son:
1.- Recuerdos recurrentes del hecho traumático, pesadillas;
2.- Activación, con dificultades para conciliar el sueño;
3.- Evitación de pensamientos, situaciones y personas que puedan recordar el hecho traumático;
4.- Alteraciones negativas sobre el pensamiento y el estado de ánimo;
5.- Respuestas exageradas ante estímulos aparentemente comunes (ruidos, movimientos bruscos, etc.);
6.- Irritabilidad, ira, etc.
El TEPT puede producirse de manera retardada y aparecer incluso seis meses después del hecho traumático, aunque algunos síntomas ya se hayan manifestado con anterioridad y de manera inmediata. Esta sintomatología aparece en personas adultas y en niños/as mayores de seis años. Aunque el Trastorno por Estrés Postraumático TEPT es el diagnóstico más frecuente, también aparecen alteraciones psicológicas como son el trastorno de estrés agudo y trastornos de adaptación, también recogidos en el DSM-5.
B.- Trastorno de estrés agudo
El trastorno de estrés agudo suele presentarse en las personas que han vivido sucesos altamente traumáticos, de manera directa o indirecta. Está causado por los siguientes factores:
1.- “Exposición a la muerte, lesión grave o violencia sexual, ya sea real o amenaza”.
2.- “Presencia de nueve (o más) de los síntomas siguientes de alguna de las cinco categorías de intrusión, estado de ánimo negativo, disociación, evitación y alerta, que comienza o empeora después del suceso(s) traumático”.
3.- “La duración del trastorno (síntomas del Criterio B) es de tres días a un mes después de la exposición al trauma”.
4.- “La alteración causa malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento”.
Este trastorno provoca síntomas disociativos en la persona y presenta las siguientes características:
1.- Aturdimiento, extrañeza, embotamiento;
2.- Amnesia disociativa consistente en la incapacidad de recordar el suceso traumático y que impide la expresión de sus sentimientos;
3.- Inquietud motora, alteración del sueño, sueños angustiosos recurrentes;
4.- Irritabilidad o ira;
5.- Problemas de concentración;
6.- Evitación de pensamientos, situaciones y personas que recuerden el hecho traumático;
7.- Respuestas exageradas ante estímulos aparentemente comunes (ruidos, movimientos bruscos, etc.).
C.- Los trastornos de adaptación
Los trastornos de adaptación producen en las víctimas cambios a nivel emocional y de comportamiento ante una situación en la que la persona no tiene la capacidad de adecuarse y que está producida por un agente estresor que provoca esos cambios sustanciales en el estado psicológico de las víctimas de accidentes. Este trastorno presenta las siguientes características:
1.- “Desarrollo de síntomas emocionales o del comportamiento en respuesta a un factor o factores de estrés identificables que se producen en los tres meses siguientes al inicio del factor(es) de estrés”.
2.- “Estos síntomas o comportamientos son clínicamente significativos, como se pone de manifiesto por una o las dos características siguientes:
1. Malestar intenso desproporcionado a la gravedad o intensidad del factor de estrés, teniendo en cuenta el contexto externo y los factores culturales que podrían influir en la gravedad y la presentación de los síntomas.
2. Deterioro significativos en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento”.
Como podemos comprobar, las consecuencias psicológicas que derivan del accidente, no se limitan solo al conocido Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT), sino que existen otras patologías que alteran la vida de las personas que sufren accidentes de tráfico. Siendo conscientes de que las personas forman parte de un sistema complejo, sabemos que una desestabilización psicológica de esta magnitud afecta a otras parcelas de la vida como son salud social, además de la física.
También es frecuente que las víctimas presenten trastornos depresivos como son la depresión mayor crónica o el trastorno distímico.
Cómo afrontar el impacto psicológico de un accidente
A continuación, planteamos una serie de recomendaciones generales que los/as profesionales que atienden a las víctimas de accidentes o sucesos traumáticos pueden facilitarles. En primer lugar, exploraremos los antecedentes psicopatológicos de la persona afectada, los síntomas que presenta en la actualidad y valoraremos el tiempo que ha trascurrido desde el accidente. Si se considera que la sintomatología persiste o empeora durante 3 meses y/o hay antecedentes psicopatológicos como factores de riesgo, es conveniente remitir a un profesional de la psicología. Las recomendaciones que se le pueden hacer a la persona accidentada son:
1.- Que entienda que los síntomas que tiene son normales después de haber vivido un accidente;
2.- Que entienda sus síntomas como parte de un proceso que necesita tiempo. Por ello, no tenga prisa en encontrarse mejor;
3.- Que mantenga, en la medida de lo posible, las rutinas de siempre;
4.- Que no escape de las situaciones, personas y lugares que le recuerden al accidente;
5.- Que busque a una persona de confianza con quien hablar de su experiencia y sentimientos;
6.- Que busque maneras de relajarse que se adapten a su forma de vida;
7.- Que busque asesoramiento profesional: legal, social, médico y psicológico;
8.- Si los síntomas persisten o empeoran tres meses después del suceso, que solicite ayuda psicológica especializada.
Cómo pueden ayudar los familiares y personas allegadas a quienes han sufrido el accidente
Los familiares y amigos/as de la persona que ha sufrido un acontecimiento traumático o accidente pueden ayudar de muchas formas, pero ante el desconocimiento, también es importante sugerirles ciertas pautas de actuación:
1.- Ofrecerle compañía, pero respetando si no la quiere;
2. - Ayudarle a entender y aceptar que es normal sentirse mal después de lo que le ha ocurrido;
3.- Permitirle que cuente lo que ocurrió las veces que lo necesite. Si quiere hablar sobre ello no le cambie de conversación.
4.- Permitirle que exprese cómo se siente y lo que piense sin hacer juicios de valor ni culpabilizar;
5.- Si hay reacciones de llanto, permitir que sucedan;
6.- Mostrar confianza en sus propios recursos para superar lo ocurrido;
7.- Regresar a las rutinas diarias y ayudar al familiar a regresar a las suyas;
8.- Animarle a buscar asesoramiento legal, social, médico y psicológico;
9.- Si se observa que los síntomas no mejoran o empeoran después de tres meses del suceso, animarle a buscar ayuda psicológica especializada.